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¿Qué es el Duelo Amoroso?


El duelo amoroso es un proceso natural que se desencadena tras la ruptura de una pareja. Consiste en asimilar y aceptar la ruptura para poder adaptarnos tanto interna como externamente a la nueva realidad.


Es un estado complejo en el cual nos vemos sumergidos cuando se va a alguien a quien hemos amado y valorado en nuestras vidas.

A diferencia de lo que muchas personas piensan, el duelo no es una enfermedad, sino un proceso natural de respuesta; se trata de una experiencia universal que todos hemos vivido o estamos predestinados a vivir, por lo que podríamos decir es el curso básico para madurar emocionalmente.

Las expresiones y manifestaciones del duelo difieren en función de la cultura, siendo el llanto, la tristeza, la rabia e impotencia algunas reacciones normales en nuestra sociedad.

La palabra duelo significa “dolor”, por tanto, el proceso de duelo es el proceso de “pasar por el dolor.” Allí se aprende a ordenar y experimentar los sentimientos que nos van a conducir a aceptar ese hecho que pasó.


Es cierto que hay sufrimientos que son inútiles. Vivimos continuamente interpretando lo que nos pasa y según esas interpretaciones así nos sentimos.

Aunque vivimos en una sociedad que nos transmite que debemos estar siempre bien y que el dolor no es bueno, debemos tener presente que las emociones no placenteras no son “malas”, están ahí para ayudarnos o enseñarnos algo. Si luchamos contra ellas y las ocultamos, no terminan de desaparecer y no podremos pasar la página.



Es cierto que no queremos sufrir, nadie elegiría por voluntad propia estar triste, pero esto no significa que la tristeza sea negativa en sí misma, ya que su función es favorecer la introspección, ayudar a resolver cosas pendientes o impulsar la toma de decisiones para asumir cambios.


Cuando estamos tristes, nuestro cuerpo suele también “detenernos” para atender eso que tenemos en la cabeza o que nos ha pasado y que nos genera esa emoción. Es como si nos dijera: “siéntate, aíslate un rato y asimila qué te pasa y qué tienes que hacer”.

El desamor o tusa literal incapacita. Debería existir licencia en los trabajos para duelo emocional, ya que nos cuesta más hacer todo tipo de actividades cotidianas, nos sentimos más cansados, incluso según la intensidad del duelo, nos impide hacer hasta la más sencilla de las tareas diarias como concentrarnos para leer, ver televisión, hacer tareas domésticas o prestar atención en una conversación.

Sin embargo, solemos hacer caso omiso de esto y cuando estamos tristes ponemos en marcha todo tipo de mecanismos para evitar pensar, muchos de ellos sin éxito.


El resultado es que lo que debería ser una tristeza funcional y de un corto periodo de duración, se acaba convirtiendo en una tristeza que, aunque en menor intensidad, no deja de aparecer y nos acompaña durante muchísimo tiempo sin que entendamos ni por qué.


El camino no es fácil, pero es simple. Seguramente, como dice Bucay en uno de sus libros, es un camino de lágrimas porque se van a remover cosas dolorosas, pero en todo momento hay que tener presente que es un buen camino, sano, funcional y que por primera vez va a conducir a un nuevo sitio, libre de angustia y malestar.

El otro extremo es cuando no se usa bien esa tristeza, y quien la vive se hunde en ella sin hacer nada por salir de ese agujero negro. Este sufrimiento no es sano, porque en realidad se está sintiendo la tristeza que no genera evolución, quedándose atrapado en un círculo vicioso de “cuanto más triste me veo, más pena me doy y más triste me pongo.”


Pero cuando tenemos como meta estar bien, no a corto sino a medio y largo plazo, tenemos que aprovechar esas emociones no placenteras y la función que tienen.


Tendremos que ordenar los sentimientos que tenemos, ponerles nombre, entender por qué están ahí y no desaparecen y sobre todo, aceptar que si los estoy viviendo es por algo.


Cuando los asimilo, lo siento y los acepto, estoy dando los pasos más importantes para pasar página de este dolor y seguir con mi vida sin ese equipaje tan pesado.

Los comentarios más frecuentes al finalizar el proceso son: “no era el amor de mi vida”, “hacía mucho tiempo que no me sentía yo”, “gracias a esta experiencia soy mejor persona”. Se llegue a la conclusión que se llegue, y se aprenda lo que se aprenda en este camino, va a valer la pena.

Cada persona manifiesta la perdida de manera diferente, esto dependerá de la personalidad y la edad. La relación que manteníamos con la persona o el apoyo social y familiar que recibamos, son factores que influyen en la elaboración del duelo y hacen que sea un proceso muy íntimo, personal y diferente para cada persona.


Por ello, no deberíamos sorprendernos ni juzgar las diferentes respuestas que se puedan dar, que una persona no llore, ni exprese abiertamente su tristeza, no significa que no sienta el dolor por la ruptura.

No hay un duelo igual que otro, ni siquiera una misma persona siente igual el duelo ante dos rupturas, siguen siendo diferentes.

He tenido casos en que el duelo de ruptura amorosa, es más fuerte que el duelo de fallecimiento de un padre o madre. Por todo ello, es mejor no comparar nuestras reacciones ni nuestro estado de ánimo con las de otras personas.

La pregunta número 1 en sesión es ¿cuánto va a durar el duelo, estas sensaciones, este dolor? Estas dudas pueden generarnos cierta ansiedad por ver pasar el tiempo y seguir sintiendo una gran aflicción.


El tipo de vinculación que teníamos con la persona que ya no está, así como las características de la ruptura y el apoyo recibido, son algunos de los factores que pueden determinar la mayor o menor duración del proceso de duelo. Si bien hay personas que necesitarán lo que se considera “poco tiempo” otras, aun habiendo transcurrido varios meses seguirán sintiéndose afligidas.

Es importante mencionar que el duelo es un proceso que requiere un trabajo personal para entenderlo y asimilarlo. Igual que el caminante recorre el sendero paso a paso, en el camino del duelo se requiere la realización de una serie de tareas que van desde el proceso de aceptación emocional de la pérdida y la expresión de emociones hasta la adaptación a un mundo donde dicha persona ya no está y somos capaces de seguir adelante con bienestar.


Si estás viviendo una ruptura amorosa, permítete hacer el duelo amoroso que requieres para que puedas encontrar los aprendizajes que tiene esta experiencia y así avanzar.


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*Los contenidos de Aventura Interior se redactan solo para fines informativos y educativos. No sustituyen el diagnóstico, el consejo o el tratamiento de un profesional. Ante cualquier duda, es recomendable la consulta con un especialista de confianza.






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